¡ATENCIÓN! Película con altos niveles de azúcar. Los diabéticos deben tomar su medicación antes de verla. Y es que es lo que tiene la herencia de Crepúsculo. Género fantástico de ciencia ficción de pastelería y excesivamente largo.
Andrew Niccol se basa en la novela de Stephenie Meyer (creadora de la saga Crepúsculo) para adaptarla a un guion en el que estamos en el futuro y la raza humana ha sido casi extinguida por unos extraterrestres que poseen los cuerpos, eliminando la personalidad de quienes los habitaban.
Estoy seguro que Mr. Niccol no tenía la intención de hacer comedia, pero, me vas a perdonar, el guion se torna inesperadamente gracioso de manera involuntaria cuando lo que quería contar en realidad, es una historia romántica de ciencia ficción con extraterrestres. Sin embargo cuando uno toma todos los defectos de este tipo de cine de adolescentes adultos (que se me dibuja una sonrisa solo de pensarlo) y trata de hacer algo serio, consigue lo que he visto: una película que seguramente guste al mismo tipo de público que Crepúsculo y que hasta molesta a los que no somos ese público.
Hay poco bueno que destacar: una fotografía del desierto deslumbrante, la puesta en escena de Mr. Niccol, o lo que es lo mismo, el diseño de producción, una Diane Kruger impresionantemente guapa (de hecho habría que celebrar unas justas para ver quién la invita a cenar), los coches deportivos cromados y un William Hurt que, como siempre, hace bueno lo que toca.
Valoración #JaviFlim: 3,5
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