Lars Von Trier siempre despierta interés en las producciones que realiza. Su creatividad e inteligencia hacen que sus películas no pasen desapercibidas y unos las admiran y otros las detestan, sin puntos intermedios. Anticristo, tal y como reconoció el autor, es su primera producción tras un tiempo internado por una profunda depresión y, probablemente hecha como terapia a sí mismo.
Como ya he comentado en alguna ocasión, debido al parón obligado de este blog y al haber sido capaz de retomarlo, voy a alternar películas y series actuales con otras que vi hace tiempo y que no quería dejar en el tintero.
Esta es una de 2009 que me impactó en su momento y también en el repaso que le he dado para escribir la reseña. Tuve interés en su momento por varios motivos:
1.- Me gusta ver lo que Lar Von Trier ofrece en cada una de sus películas.
2.- Willen Dafoe es un actor que siempre he considerado como poco valorado y sus interpretaciones siempre convencen (por lo menos a mí). A Charlotte Gainsbourg le he seguido menos la pista, supongo que porque no soy muy fan del cine francés, pero en esta película se sale.
3.- Es la primera parte de la llamada Trilogía de la depresión, en la que se incluyen Melancolía (2011), Ninfomanía: primera y segunda parte (2013), que están vistas y que comentaré más adelante.
4.- La película se desarrolla con solo dos actores (los anteriormente mencionados) y eso siempre me ha llamado la atención: Hay que ser valiente para tratar de llenar todo un guion con solo dos personajes.
5.- El cine de terror es mi favorito y, aunque esta película es más un thriller psicológico también encaja con mis preferencias.
La película, que está separada en capítulos, comienza con un prólogo fascinante en blanco y negro a cámara lenta acompañada por la aria Lascia ch’io pianga, de la ópera Rodelinda, de Georg Friedrich Händel. El libreto dice algo así como: «Deja que llore mi cruel destino y que suspire por la libertad; y que suspire… y que suspire… por la libertad. Que el dolor rompa estas cadenas de mis martirios solo por piedad; de mis martirios solo por piedad».
En dicho prólogo, que algunos pueden ver como un "anuncio de colonia" se pueden apreciar muchos detalles que serán desarrollados a lo largo del film. Aquí vemos como mientras la pareja practica sexo, se produce el accidente que acaba con la vida de su hijo pequeño.
La película, como no podía ser de otra manera, es lenta, con diálogos pausados, llenos de llanto y muy freudianos, que van llenando cada escena y, aunque previsibles están también llenas de sorpresas y giros bruscos.
Quiero destacar la fotografía porque es, sinceramente, maravillosa. Anthony Dod Mantle hace un trabajo impecable por lo que recibió el premio a la mejor fotografía en los Premios del Cine Europeo. Las interpretaciones son, las dos, magníficas. Ella te conduce a la repulsión más absoluta con una naturalidad desconcertante (de hecho hay partes que dan la sensación de ser una Snuff Movie, del realismo de algunas escenas) y fue recompensada con el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes.
Es una película provocadora porque trata la misoginia desde un punto de vista femenino, mezclado con brujas, satanismo y maldad. Ella podría ser perfectamente la encarnación del mal, ella y todas las mujeres sin cara: provocación más que convicción. La naturaleza es considerada como "La Iglesia de Satán", algo malo y perverso y por ende, ella y todo lo femenino también.
El periódico danés Politiken describió a la película como «una obra maestra de lo grotesco». Yo no la llevo a obra maestra de nada, pero sí he de decir que es una película diferente que te abre caminos tortuosos a mentes enfermas y que no te va a dejar, para nada, indiferente.
Valoración #JaviFlim: 6,0
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