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jueves, 25 de septiembre de 2025

La Sustancia: Cuando el Espejo nos Devuelve una Imagen Vacía

La Sustancia (2024)

"Tú, pero mejor en todos los sentidos". Esta promesa, que resuena como el eslogan publicitario más perverso jamás concebido, encapsula perfectamente el mundo en el que vivimos: uno donde envejecer se ha convertido en el pecado capital de nuestra época. "La Sustancia", la nueva película de Coralie Fargeat con Demi Moore como protagonista, pretende ser una crítica feroz a esta obsesión social, pero termina siendo víctima de sus propios excesos, perdiendo el mensaje entre una maraña de simbolismos obvios y efectos visuales que gritan más que susurran.

Termino de verla con la misma sensación que me dejó hace unos días "Weapons": la certeza de que el cine actual confunde provocación con profundidad, y que una campaña publicitaria brillante puede convertir mediocridad en fenómeno cultural.

La Sustancia (2024)

El Legado de una Directora que Prometía Más.-


Coralie Fargeat llegó al panorama cinematográfico con "Revenge" (2017), que recibió premios en festivales de cine independientes como el Festival de Sitges. Aquella ópera prima mostraba una directora capaz de manejar la violencia con propósito narrativo y una estética personal. Siete años después, con "La Sustancia", siento que ha perdido esa precisión quirúrgica que la caracterizaba, sucumbiendo a la tentación de hacer cine "de festival" en lugar de cine honesto.

La diferencia entre ambas películas es abismal: donde "Revenge" construía tensión paso a paso hasta explotar en violencia catártica, "La Sustancia" se regodea en efectos grotescos desde el primer acto, agotando su capacidad de sorprender antes de llegar al clímax.


El Reflejo Distorsionado de Nuestro Tiempo.-


Desde su introducción, la película presenta una metáfora visual curiosa: un huevo que se divide en una especie de mitosis celular, dando paso a imágenes que simbolizan el paso del tiempo de manera original. Es quizás el momento más honesto de toda la cinta, cuando aún conserva cierta sutileza antes de sumergirse en un torrente de obviedades visuales y narrativas.

La realidad que retrata no es mentira: vivimos en una sociedad donde envejecer se ha criminalizado de tal forma que existe una industria multimillonaria dedicada a vendernos la ilusión de la eterna juventud. Internet bulle con productos "naturales" y gurús que prometen milagros anti-envejecimiento, y no faltan quienes están dispuestos a introducir cualquier sustancia en sus cuerpos con tal de detener el inexorable avance del tiempo. La película tiene razón en señalar esta patología social, pero su aproximación me resulta tan sutil como un martillo golpeando cristal.

La Sustancia (2024)

Personalmente, esta obsesión social me genera más cansancio que indignación. Quizás sea que he llegado a una edad donde estas presiones me afectan menos, o simplemente que la superficialidad y la hipocresía hace mucho que dejaron de sorprenderme, pero siento que necesitamos arte que nos ofrezca salidas, no que se limite a diagnosticar lo evidente.

Demi Moore: La Protagonista que Merece Mejor Vehículo.-


Tengo que reconocer que Demi Moore está magnética en pantalla. A sus 61 años, la actriz se entrega por completo a un papel que exige vulnerabilidad física y emocional extrema. La cámara la explora desde todos los ángulos posibles, no solo para demostrar que sigue siendo una mujer hermosa, sino también para exponer sin piedad los miedos y inseguridades de una sociedad que ha hecho del aspecto físico el único baremo de valor humano.

Su interpretación trasciende el material que tiene entre las manos. Moore entiende que no está interpretando solo a Elisabeth Sparkle, sino a todas las mujeres que han sentido el peso aplastante de unos estándares de belleza que cambian constantemente pero que siempre excluyen el envejecimiento natural. Es una actuación valiente que merece un marco narrativo más sólido del que recibe.

La Sustancia (2024)

Lo más irónico es que la propia Demi Moore, con su belleza madura y auténtica, contrasta violentamente con la obsesión por la eterna juventud que alimenta a su personaje. Como fotógrafo profesional especializado en belleza femenina, estoy acostumbrado a trabajar con mujeres de todas las edades, y puedo afirmar categóricamente que la belleza real no necesita artificios ni fórmulas mágicas. Verla en pantalla me recordó todas esas sesiones donde la luz natural y la confianza en una misma crean más magia que cualquier filtro o retoque digital.

La Simbología Obvia y el Vacío Emocional.-


La película no puede resistirse a los símbolos más manidos del cine contemporáneo. El ojo omnipresente, esa simbología que parece obligatoria en las producciones hollywoodienses actuales, aparece aquí sin añadir profundidad real al discurso. Es como si el filme tuviera miedo de confiar en su propia capacidad narrativa y necesitara o le obligaran a recurrir a estos recursos visuales para subrayar lo que ya resulta evidente.

Más problemático aún es cómo la película aborda la cosificación y sexualización femenina. Si bien pretende criticar estos fenómenos, termina perpetuándolos a través de una puesta en escena que complace exactamente las mismas miradas que supuestamente denuncia. Como profesional que trabaja fotografiando la belleza femenina, entiendo la diferencia entre celebrar y explotar, entre mostrar y exhibir. "La Sustancia" se sitúa claramente en el segundo campo, convirtiendo su crítica en aquello mismo que dice combatir.

La Sustancia (2024)

El Eco de Otras Obsesiones.-


Esta obsesión por mantener la relevancia a cualquier precio me recuerda inevitablemente a "Starry Eyes", otra película que exploraba lo que algunas personas están dispuestas a hacer por alcanzar o mantener la fama. Sin embargo, donde aquella película encontraba horror genuino en la degradación humana, "La Sustancia" se regodea en sus efectos grotescos sin lograr transmitir una emoción auténtica.

La interpretación más generosa de la película sugiere que trata sobre el vacío existencial de una sociedad donde el ego se ha convertido en lo más importante, donde el miedo a la propia vida y las inseguridades personales nos empujan hacia decisiones autodestructivas bajo la presión de un sistema de valores inflexible. Pero esta lectura se ve constantemente saboteada por una ejecución que privilegia el impacto visual sobre la profundidad emocional.

La Sustancia (2024)

La Trampa del Ruido Mediático.-


El éxito de crítica y taquilla de "La Sustancia" dice más sobre nuestros tiempos que sobre la calidad intrínseca de la obra. En una era donde el contenido debe ser "viral" para existir, una película que genera reacciones extremas tiene garantizado el éxito, independientemente de si esas reacciones nacen de la auténtica calidad artística o del mero sensacionalismo.

La campaña publicitaria fue impresionante, y la crítica profesional ha recibido la película con entusiasmo, pero ¿cuándo fue la última vez que la unanimidad crítica garantizó la calidad duradera de una obra? La historia del cine está plagada de películas aclamadas en su momento que el tiempo se ha encargado de poner en su lugar.

La Sustancia (2024)

El Cine como Espejo Emocional.-


Un buen filme debe funcionar como un espejo emocional, reflejando no solo lo que somos, sino también lo que podríamos llegar a ser. "La Sustancia" falla en este aspecto fundamental porque se queda en la superficie del diagnóstico sin ofrecer una experiencia transformadora. Presenta los síntomas de nuestra patología social pero no genera la catarsis necesaria para procesarlos.

La superficialidad y la hipocresía que la película pretende criticar terminan permeándola, creando una obra que habla sobre la vacuidad mientras permanece ella misma emocionalmente vacía. Es un ejercicio de estilo que confunde el ruido con la profundidad, la provocación con la revelación.

La Sustancia (2024)

Más Allá de la Controversia.-


Quizás el problema fundamental de "La Sustancia" es que nace de la desconfianza. Desconfianza hacia la audiencia, a la que considera incapaz de captar sutilezas; desconfianza hacia el propio mensaje, al que siente la necesidad de amplificar hasta la caricatura; y desconfianza hacia el medio cinematográfico, al que trata como un simple vehículo para transmitir consignas en lugar de como un arte capaz de generar experiencias genuinas.

En tiempos donde el cine parece haber perdido la capacidad de susurrar, donde todo debe ser grito para ser escuchado, "La Sustancia" representa perfectamente esta tendencia. Pero el arte verdadero no necesita alzar la voz para ser profundo, no requiere efectos grotescos para ser perturbador, ni simbolismos obvios para ser significativo.

La Belleza de la Imperfección.-


Desde mi experiencia como fotógrafo de belleza, he aprendido que los momentos más auténticos y hermosos surgen cuando las mujeres se sienten cómodas en su propia piel, independientemente de su edad. He fotografiado modelos de 20 años inseguras de sí mismas y mujeres de 50 que irradian una confianza que ningún filtro puede replicar. La verdadera belleza reside en la autenticidad, no en la conformidad con estándares artificiales.

La Sustancia (2024)

La propia Demi Moore, con sus 61 años y su rostro que lleva con dignidad las huellas del tiempo, es la antítesis viviente del mensaje que vende "La Sustancia". En cada plano donde aparece, demuestra que la madurez puede ser más fascinante que la juventud, que las líneas de expresión cuentan historias que ningún suero puede narrar.

Tal vez ahí reside la verdadera lección que la película no logra articular: que el valor humano no se mide en años restados sino en experiencias acumuladas, y que el cine, cuando funciona realmente, nos ayuda a aceptar nuestras imperfecciones en lugar de exacerbar nuestros miedos.

El Silencio Después del Ruido.-


Al final, "La Sustancia" deja un sabor amargo, no por la crítica social que pretende articular, sino por la oportunidad perdida de crear algo verdaderamente significativo. En un momento histórico donde necesitamos desesperadamente arte que nos ayude a procesar nuestras neurosis colectivas, nos encontramos con una película que las explota sin ofrecernos herramientas para superarlas.

El cine tiene el poder de sanarnos o de enfermarnos, de iluminarnos o de confundirnos. "La Sustancia" elige el camino más fácil: el del diagnóstico sin tratamiento, la crítica sin propuesta, el ruido sin música.

Y tú, ¿crees que el arte debe limitarse a mostrar nuestros problemas o también debería ofrecernos caminos para superarlos? ¿Puede una película ser efectiva como crítica social si termina perpetuando aquello que denuncia?


Valoración #JaviFlim: 3,0

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