
Hay un momento, exactamente a los cinco minutos de Cosecha Mortífera, en el que tienes que pausar la película y quedarte mirando la pantalla en silencio. No porque lo que acabas de ver sea cinematográficamente brillante —que no lo es—, sino porque acabas de presenciar un prólogo que suena tan obscenamente actual que te preguntas si alguien en 1977 tenía una bola de cristal, o algo peor: un plan.
Cambio climático devastador. Planeta inhabitable. Gobiernos proponiendo reducciones drásticas de población, eutanasia institucionalizada, recortes de racionamiento del cincuenta por ciento a una población famélica. Y la cereza del pastel: las instituciones recurrirán deliberadamente a engaños, mentiras y manipulación para que la gente acepte lo inaceptable. Todo esto, empaquetado en cinco minutos de metraje canadiense de serie B que, vistos desde 2025, producen un escalofrío que nada tiene que ver con el aire acondicionado.
¿Predicción? ¿Coincidencia? ¿O manual de instrucciones disfrazado de entretenimiento?
Cuando el cine siembra lo que luego cosechamos.-
Esto de la programación predictiva no es ninguna fantasía conspiranoica para llenar foros de internet. Es una estrategia probada: si acostumbras a la población a ciertos escenarios a través del entretenimiento, cuando esos escenarios se materializan en la realidad, la resistencia psicológica es menor. Ya lo viste en las películas. Ya lo normalizaste en tu sofá con palomitas. Cuando llega de verdad, en tu cerebro no saltan todas las alarmas porque el terreno emocional ya estaba abonado.
Y Cosecha Mortífera, con su torpeza técnica y sus actuaciones muy justitas, es una pieza temprana de este rompecabezas. No la mejor pieza, desde luego. Pero una pieza al fin y al cabo.

La película que podría haberse quedado en casa.-
Seamos brutalmente honestos: como producto cinematográfico, esta cosa es muy floja. Timothy Bond, director teatral debutando en cine, entrega un producto tan lento que podrías hacer la compra entre escena y escena sin perderte nada relevante. Clint Walker, el actor que una vez fue un ídolo western televisivo, aquí parece estar leyendo sus diálogos de un teleprompter invisible con la emoción de quien lee la lista de la compra. Nehemiah Persoff, por el contrario, sobreactúa hasta el paroxismo como villano acaparador de alimentos, como si estuviera en un melodrama mudo.
La fotografía, deliberadamente sombría —todo en tonos marrones, grises, colores que transmiten desolación calculada—, no compensa un ritmo narrativo que arrastra como un caracol cuesta arriba. Hay planos interminables de coches recorriendo carreteras vacías que existen únicamente para rellenar minutos. Si eliminaran el relleno, esta película duraría menos que un capítulo de cualquier serie actual.
Pero entonces aparece ella: Kim Cattrall, jovencísima, con esa belleza natural sin filtros ni retoques digitales que te transporta a otra época. Es el único momento en que la pantalla respira, el único instante en que recuerdas que el cine también puede ser luz en medio de la oscuridad. Y luego vuelve la mediocridad interpretativa y te das cuenta de que estás ahí por otros motivos.

El mensaje que sobrevive al naufragio.-
Porque más allá de la factura técnica desastrosa, Cosecha Mortífera plantea algo que sigue siendo brutalmente relevante: ¿Qué haces cuando el mundo se va al garete? La película te ofrece dos caminos sin matices. Unos eligen la honestidad, compartir los pocos recursos, pensar en los demás, mantener la humanidad incluso cuando todo se desmorona. Otros eligen el sálvese quien pueda, tomar por la fuerza lo que consideran suyo por algún derecho divino o decreto natural.
Servicio a los demás contra servicio a uno mismo. Altruismo contra ego. Comunidad contra individualismo feroz. Y la película no se anda con medias tintas al mostrarte cómo la segunda opción convierte rápidamente a los humanos en algo que ya no merece ese nombre.
La sociedad canadiense retratada está profundamente dividida. El gobierno miente, los medios de información mienten, y la situación real es peor —mucho peor— de lo que le cuentan a la población. ¿Te suena de algo? Claro que sí. Casi 50 años después, estas frases no solo suenan actuales: son el pan nuestro de cada día.

Chimeneas, culpa y la narrativa que nunca cambia.-
Un detalle visual que se repite insistentemente: grandes chimeneas industriales echando humo negro al cielo. Plano tras plano. Como un recordatorio constante. Como un dedo acusador apuntándote. Tú eres el culpable. Tu industria. Tu progreso. Tu contaminación.
Es el lenguaje visual de la culpabilización colectiva. Y funciona porque lo hemos interiorizado tan profundamente que ya ni lo cuestionamos. Desde antes de los años 70 nos vienen con la misma cantinela, solo que cambiando el envoltorio: primero era enfriamiento global, luego calentamiento global, después cambio climático, ahora emergencia climática. La terminología evoluciona, se adapta, se pule cuando las predicciones anteriores no se cumplen (esos polos que supuestamente se derretían y que, curiosamente, están en máximos históricos de hielo), pero el núcleo del mensaje permanece intacto: tú tienes la culpa, y por tanto debes pagar. Literalmente. Con impuestos, con restricciones, con pérdida de libertades.
Y películas como Cosecha Mortífera son eslabones tempranos de esa cadena narrativa. Piezas de un puzzle mediático que lleva medio siglo armándose ante nuestros ojos.

Lo que incomoda no es la película, es el espejo.-
Las críticas profesionales que he rastreado coinciden unánimemente: producción pobre, actuaciones débiles, ritmo torturante. Algunos espectadores la han descrito directamente como "una prueba de resistencia" o "noventa minutos de mi vida que no recuperaré". Y tienen razón. Como experiencia cinematográfica es olvidable, prescindible, mediocre.
Pero esos cinco minutos iniciales... esos malditos cinco minutos iniciales lo cambian todo. Porque convierten una película de serie Z en un documento. En una prueba. En un testimonio de que ciertos mensajes, ciertas ideas, ciertos miedos, se han estado plantando sistemáticamente en la conciencia colectiva durante décadas.
Y cuando una película de 1977 suena más actual en 2025 que muchas producciones contemporáneas, cuando sus advertencias sobre manipulación gubernamental y división social podrían sacarse del telediario de ayer, ya no estamos hablando de casualidades proféticas. Estamos hablando de patrones. De estrategias. De algo mucho más deliberado.
Aquí tienes el principio de la película, para que saques tus conclusiones.
El veredicto desde el presente incómodo.-
Cosecha Mortífera es mala. Objetivamente mala. Lenta, mal actuada, con diálogos que suenan rancios incluso para los estándares de su época. Si la juzgáramos únicamente como cine, merecería el olvido absoluto en algún estante polvoriento de videoclub.
Pero no voy a juzgarla únicamente como cine, porque su valor real está en otro sitio. Está en ese prólogo que funciona como advertencia, como hoja de ruta, como semilla plantada hace casi medio siglo que hoy ha germinado en formas que tal vez intuimos pero no queremos reconocer.
No la recomiendo para una tarde de palomitas. La recomiendo como ejercicio de arqueología mediática. Como ejemplo de cómo el entretenimiento puede ser vehículo de ideas que, décadas después, se han convertido en dogma incuestionable, como la nueva religión. Como recordatorio de que lo que consumimos no es inocente, nunca lo ha sido.
Si no hubiera visto esos minutos iniciales, esta película habría pasado de largo sin dejar huella, pero los vi y no puedo dejar de pensar en todas las otras semillas que nos han plantado, sin que nos diéramos cuenta, en todas las cosechas futuras que estamos regando hoy sin saberlo.
La pregunta que te dejo: Cuando una película de 1977 describe con precisión quirúrgica escenarios que vivimos en 2025, ¿estamos ante una casualidad profética o ante un plan ejecutado con paciencia? ¿El cine refleja el futuro o lo construye? Y más importante aún: ¿cuántas otras películas "malas" de serie B contienen mensajes que dentro de treinta años serán realidad cotidiana?
Valoración #JaviFlim: 4,0
En el cine se estrenó como Cosecha Mortífera y en DVD como Cosecha Mortal.
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