
Hay momentos en el cine español que te dejan con una sensación de vacío existencial. "88" es uno de esos experimentos cinematográficos que te hacen cuestionar si realmente existe un límite en la pretenciosidad artística. Jordi Mollá, conocido principalmente por su trabajo como actor, decidió adentrarse en terrenos peligrosos con esta segunda incursión directorial que, lamentablemente, confirma que no todos los actores están destinados a dirigir.
La premisa inicial podría haber sido interesante: una pareja que se conoció cuando ambos eran gamberros y libres de prejuicios morales, pero que ahora, con el paso de los años y con un hijo en común, se han sumido en los silencios y en la incomunicación. Ken y Zoe, interpretados por Rubén Ochandiano y Beatriz Montáñez, intentan revivir la pasión perdida regresando a la mítica habitación 88 donde todo comenzó. Sin embargo, lo que podría haber sido una exploración psicológica profunda sobre las relaciones humanas se convierte en un ejercicio de masturbación intelectual sin rumbo.
El Problema de Fondo: Cuando la Forma Mata el Contenido.-
Mollá parece obsesionado con crear una estética "noir" sofisticada, pero olvida lo fundamental: contar una historia coherente. Como señalan algunos críticos, "tarda demasiado en tomar forma y lo hace de manera confusa, intentando jugar a ser Peter Greenaway o David Lynch", pero sin poseer ni la visión ni el talento narrativo de estos maestros del cine.
La película se sumerge en un laberinto visual lleno de efectos, maquillajes elaborados y una fotografía que, aunque técnicamente competente, no logra disimular la vacuidad narrativa. Es como si Mollá hubiera decidido que la apariencia de profundidad era suficiente para crear una obra de arte, ignorando completamente que el verdadero arte cinematográfico reside en la capacidad de conectar emocionalmente con el espectador.

Una Reflexión sobre el Cine de Subvención.-
"88" representa todo lo que está mal en cierto sector del cine español contemporáneo: proyectos que nacen más de la necesidad de justificar subvenciones que de una verdadera inspiración creativa. Es difícil no pensar que esta película forma parte de esa cultura cinematográfica que prioriza lo "artísticamente correcto" sobre la sustancia narrativa real.
La sensación que deja "88" es la de haber sido testigo de un acto de soberbia artística. Mollá parece creer que su estatus como actor reconocido le otorga automáticamente las credenciales para crear cine experimental profundo. El resultado es una obra que se toma tremendamente en serio a sí misma, pero que carece de la honestidad emocional necesaria para justificar tal seriedad.
El Vacío Emocional como Protagonista.-
Lo más perturbador de "88" no es su incomprensibilidad, sino su completa desconexión emocional. Una película puede ser compleja, experimental, incluso difícil de seguir, pero debe generar algún tipo de respuesta emocional en el espectador. Aquí, la frialdad no es solo un elemento narrativo que afecta a los protagonistas; es la esencia misma de la experiencia cinematográfica.
La relación entre Ken y Zoe se supone que debe ser el corazón de la historia, pero nunca llegamos a sentir empatía por ellos. Sus conflictos parecen artificiales, construidos para servir a una premisa intelectual más que surgir de experiencias humanas auténticas. Es como observar una disección emocional realizada con guantes quirúrgicos: clínica, fría, desprovista de vida.
Conclusión: Un Fracaso Que Enseña.-
"88" funciona mejor como lección de lo que no se debe hacer en el cine que como película en sí misma. Nos recuerda que la experimentación cinematográfica sin propósito claro puede convertirse en un ejercicio de autocomplacencia que insulta la inteligencia del espectador.
El cine español necesita arriesgar, experimentar y buscar nuevos lenguajes, pero también necesita honestidad creativa. "88" carece de esta honestidad, escondiendo su vacío conceptual detrás de una fachada de sofisticación visual que no engaña a nadie.
Mi consejo sincero: invierte tu tiempo en cualquier otra cosa. Hay demasiadas obras cinematográficas valiosas esperando ser descubiertas como para malgastar 88 minutos de tu vida en este experimento fallido.
¡DE VERGÜENZA!
... y mi más sentido pésame a los que pagaran en el cine por verla (aunque no tengo claro que esto se viese en ninguna sala comercial y sí que se distribuyera directamente en DVD).
¿Has tenido alguna experiencia con películas que prometían profundidad pero solo ofrecían pretenciosidad? Me encantaría conocer tu opinión sobre este tipo de cine experimental español.
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