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domingo, 24 de enero de 2016

El Corredor del Laberinto: Las Pruebas - Escapar del laberinto era solo el principio

El Corredor del Laberinto. Las Pruebas

Cuando el refugio se convierte en otra jaula.-


Las secuelas deberían aportar algo nuevo, expandir el universo que conocimos, abrir puertas que apenas se entreveían en la primera entrega. Si no lo hacen, ese viejo dicho de que segundas partes nunca fueron buenas cobra todo su sentido. Y aquí nos encontramos con un dilema: "El Corredor del Laberinto" nos sorprendió con su misterio, con esa sensación claustrofóbica de no saber qué demonios estaba pasando ni quién movía los hilos. Esta segunda entrega, en cambio, nos lo cuenta todo demasiado pronto.

Si viste la primera película, sabrás cómo termina: con un rescate que promete seguridad. Esta secuela arranca exactamente ahí, cuando Thomas y sus compañeros clarianos son transportados a unas instalaciones enormes donde les prometen protección contra CRUEL, la organización que los sometió a las pruebas del laberinto, y contra el virus que está acabando con la humanidad. Pero algo huele mal desde el principio. Las paredes blancas, los uniformes idénticos, esas miradas de los adultos que saben demasiado y dicen muy poco.

Cuando el grupo decide escapar y se adentra en el mundo exterior, descubren "La Quemadura": un páramo apocalíptico donde la civilización ha sido reducida a escombros y la supervivencia es una lucha constante. Hay un grupo de resistencia dispuesto a plantar cara a CRUEL, y Thomas y los suyos intentarán unirse a ellos para desentrañar la verdad.




El peso de las expectativas.-


La primera entrega funcionó porque mantuvo el misterio hasta el final. Los personajes tenían carisma, hacían las preguntas adecuadas, cuestionaban todo. Nosotros cuestionábamos con ellos. Aquí, sin embargo, ese elemento se diluye rápidamente. En los primeros veinte minutos ya sabemos quiénes son los malos, qué quieren y por qué persiguen a los protagonistas. El suspense se evapora.

El Corredor del Laberinto. Las Pruebas
Los seis integrantes del grupo de amigos clarianos.

Esta película podría funcionar como cualquier thriller de acción y supervivencia por sí sola, con sus zombies infectados y sus persecuciones frenéticas. Pero como secuela deja un sabor agridulce. Se siente como si estuviéramos viendo otra historia, no la continuación natural de lo que empezó en el laberinto. La duración tampoco ayuda: más de dos horas que en momentos se hacen eternas, con escenas que se alargan sin necesidad y un ritmo irregular que oscila entre la adrenalina y el tedio.

Cuando el mensaje se impone a la historia.-


Hay algo que llama poderosamente la atención en esta entrega: el excesivo énfasis en valores como la amistad, el compañerismo y la lealtad inquebrantable. Todos se sacrifican por todos. Nadie duda. Nadie flaquea de verdad. Es como si estuviéramos viendo un manual de autoayuda adolescente en formato postapocalíptico.

La realidad es más gris, más compleja. Las personas, especialmente bajo presión extrema, no son tan nobles ni desinteresadas. "La Casa de la Pradera" terminó hace décadas, y ese idealismo forzado desvirtúa lo que podría haber sido una historia más profunda y creíble sobre dilemas morales en situaciones límite. Cuando el mensaje se vuelve más importante que la coherencia narrativa, la película pierde credibilidad.

El Corredor del Laberinto. Las Pruebas

Lo que se salva entre las ruinas.-


No todo es negativo. La fotografía de Gyula Pados mantiene el nivel de la primera película, con encuadres cuidados y una paleta de colores ocres que refuerza esa sensación de mundo quemado y devastado. El diseño de producción también está a la altura: los paisajes desolados, los edificios en ruinas, esa atmósfera opresiva de un mundo que ya no volverá a ser lo que fue.

Los personajes, que ya quedaron definidos en la primera entrega, mantienen sus interpretaciones correctas aunque sin gran evolución. Dylan O'Brien sigue entregado como Thomas, y el resto del elenco cumple sin deslumbrar. El problema no son ellos, sino un guion que no les da espacio para crecer ni para sorprendernos.

Una película que corre sin llegar a ninguna parte.-


Al final, "El Corredor del Laberinto: Las Pruebas" es una película diseñada para adolescentes, pensada para ese público que busca acción y aventura sin demasiadas complicaciones. Ciencia ficción postapocalíptica que se queda en la superficie, más preocupada por las dinámicas entre los personajes que por construir un mundo coherente o una trama que enganche de verdad.

Se intentó mantener cierto aire de misterio, pero cuando las revelaciones llegan, en lugar de fortalecer la historia, la hacen más confusa y menos creíble. Y eso es imperdonable en una película de ciencia ficción: perder la credibilidad de su propio universo.

En más de dos horas, la película se arrastra por desiertos y ruinas sin que sintamos que los personajes avanzan realmente hacia algo significativo. Corren mucho, sí, pero siempre en círculos.

¿Y tú? ¿Te sentiste atrapado en otro laberinto viendo esta secuela o conseguiste encontrar la salida? ¿Crees que las segundas partes están condenadas al fracaso o esta tenía potencial desaprovechado? Déjame tu opinión aquí abajo. Me encantaría saber si la película te hizo sentir algo más que cansancio.


Valoración #JaviFlim: 5,0

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