Una película para pensar. Una película alrededor de la hipocresía; de lo que se esconde y no se dice. Una película para expresar opiniones personales. Un thriller psicológico excesivo, con imágenes explícitas de tortura que nunca se estrenó en salas, saliendo directamente en DVD (lo que tal vez sea otro detalle para comentar acerca de ella).
La película empieza directamente metida en el ajo, con un Michael Seen haciendo unas declaraciones reivindicativas a cámara y poniendo sobre la mesa el meollo del argumento: Soy musulmán y he puesto tres bombas nucleares en tres ciudades norteamericanas que harán explosión si no se cumplen mis condiciones. Después se deja detener por la policía porque cree estar preparado para lo que se le viene encima. Va en serio.
En el otro lado de la ecuación está Samuel L. Jackson, en el papel probablemente más desagradable que haya hecho nunca: el del interrogador sin escrúpulos que debe, por todos los medios, sonsacar al terrorista la localización exacta de las bombas. Carrie-Anne Moss, a la que acompañaría encantado a buscar a nuestros hijos al colegio, hace de Pepito Grillo, la equilibrada, sensata y honesta agente especial del FBI, que tratará de ayudar todo lo posible, sin que el proceso se les vaya de las manos.
Añadimos una localización imprecisa y una sala de interrogatorios donde se va a torturar al detenido para obtener la información requerida y ya tenemos todos los ingredientes...
Una vez alguien me contó una historia: ¿Qué hacer cuando quien está apuntando a tus hijos y a tu familia desde un balcón lleva a su propio hijo en brazos? ¿Cómo debes actuar?
En esta película se discute el dilema de lo que se puede o no se puede hacer. Las pruebas apuntan a que las bombas son reales y que están en juego las vidas de millones de ciudadanos norteamericanos. ¿El fin justifica los medios? ¿Se puede torturar al terrorista hasta que te diga lo que quieres?
Nosotros pensamos, desde el mundo occidental, que los malos son ellos: oriente próximo, medio o lejano... Es lo que nos han venido vendiendo durante muchos años, pero también hay malos locales. Cuando vemos una película en la que un comando coreano tortura a un soldado norteamericano, damos por sentado que es normal. En las películas de espías, lo normal es que el malo torture al agente infiltrado. Aquí da igual si el malo es del centro o de provincias. Incluso en las de 007 es lo habitual y no pasa nada. Es ficción.
Pero si la cosa va en serio, si el escenario está localizado en Estados Unidos (o en cualquier otro país occidental) y las posibilidades de que sea una situación real, la cosa cambia. ¡Nosotros no somos así! ¿De verdad que no lo somos?
En eso se centra este thriller psicológico. Un puñetazo a la línea de flotación de la moral. Un toma y daca entre los protagonistas intentando que la balanza no se descompense. Da mucho que pensar y si eres sincero contigo mismo descubrirás verdades interiores que, tal vez, desconocías. La película tiene escenas muy explícitas de tortura, tanto física como psicológica y, tal vez por eso, no se estrenó nunca en salas, distribuyéndose directamente en DVD.
Está bien hecha, casi como si fuese teatro de calidad y está bien interpretada, especialmente Mr. Samuel, que sabe darle energía y profundidad al personaje. Propagandas aparte, es muy recomendable. Gregor Jordan te lleva al límite de lo tolerable y te hace pensar bastante durante la hora y media que dura.
Valoración #JaviFlim: 6,8
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