Desconexión

Llevo bastante tiempo diciendo que ahora la vida no se vive, se publica. En varios de mis artículos en el blog de opinión hago referencia a este hecho constatado. Todos vemos como durante una comida o una cena entre amigos, muchos están permanentemente con el teléfono en la mano consultando lo que pasa o contando lo que hacen. Mucho más acusado es si hay adolescentes a la mesa, sean o no familia. Se ha convertido en realidad que hacerle una foto al plato que te vas a comer y publicarla en las Redes Sociales es más importante que comerlo o con quien te lo vas a comer. Lamentable pero cierto.

Se ha convertido en un hecho trivial y automático que nuestros ordenadores y teléfonos tengan almacenadas las contraseñas de acceso al banco, a las Redes Sociales o a páginas 'seguras' de chat o compras online. ¡Es un rollo eso de recordar tantas claves cuando el ordenador o el smartphone se encargan de eso! Pues resulta que se cuentan por millones las denuncias de casos de robo de identidad, acoso cibernético, fraudes y robos online... y todo tiene que ver con la educación de niños y mayores en el uso de Internet.

Evidentemente la tecnología nunca ha sido buena o mala por sí misma. Es el uso que se haga de ella la que la convierte en una cosa o en la otra. Parece que el 'mundo real' sea algo diferente a lo que ocurre en la pantalla de tu ordenador y, en realidad es lo mismo. Uno no entra en una tienda y se dedica a comprar todo lo que ve. Lo mismo debería ser en eBay o Amazon. Uno no se saca una foto desnudo y hace cientos o miles de copias en papel y se pone a repartirlas a la gente que pasa por la calle. Lo mismo debería ser en Facebook, Twitter o en un chat. La 'aparente' seguridad que te da la privacidad de tu casa es el engaño. Parece que nadie te ve pero podrías estar haciendo público algo que no quieres que lo sea. Solo hay que tener mucho cuidado y saber lo que estás haciendo, donde y con quien.

En Desconexión se nos muestran tres historias relacionadas con lo que he comentado antes: Una de bullying o acoso escolar, siempre al más débil; otra de sexo online y periodismo y otra de relaciones de pareja. Se nota la experiencia en documentales del director, Henry Alex Rubin, que cuenta con mucha carga dramática y realismo cada una de ellas. 

Las tres historias, que van por separado, tienen a Internet y su mal uso como hilo conductor y además y de una manera brillante, entra de lleno en los daños colaterales que cada una de ellas provoca. Lo más importante es destacar que Desconexión nos muestra como, por mucho que nos creamos que las tecnologías nos acercan y nos conectan a un mundo, en su mayor parte, irreal, nos desconectan y alejan de la vida real y las personas que nos rodean y nos quieren.

Una gran película, sin aspavientos, bien interpretada (todos los personajes son protagonistas) y con mucha carga dramática de realidades certeras que no se convierten en noticia en la televisión, a no ser que haya sangre, pero que suceden todos los días. Los desenlaces de las tres historias son magníficos. Una película muy recomendable si quieres saber más de este tema o si buscas como acercarte a tu pareja o a tus hijos en el 'mundo real'.

Valoración #JaviFlim: 8,0

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